Para ayudar a su lectura

¿Cómo leer “QUIERO VER A DIOS”?

Con sus más de 1200 páginas, su estilo y su vocabulario, a veces difíciles, “Quiero ver a Dios” puede desconcertar a más de un lector lego en la materia. Y, sin embargo, más de 60 años después de su primera edición, la obra se sigue difundiendo y traduciendo con una progresión constante.

 

“Quiero ver a Dios” ¿es una obra para especialistas de la vida espiritual?

No, “Quiero ver a Dios” se escribió para responder a una sed de Dios, para aprender a entrar en contacto con Dios, por la oración, y así poder perseverar. En su primera edición, sus dos títulos: “Quiero ver a Dios” y “Soy hija de la Iglesia”, palabras atribuidas a Santa Teresa de Ávila, son como una doble llamada dirigida a todos.

 

¿Hay que leerlo de principio a fin?

Se puede leer entresacando un poco al azar. Cada capítulo está concebido como un pequeño tratado. Si lo leemos en su totalidad, aunque algunos pasajes sean más difíciles de entender, comprendemos que este libro nos muestra el dinamismo de una vida que se va abriendo.

 

¿Por qué capítulos empezar?

El capítulo “Quiero ver a Dios”, aunque un poco difícil, expone cómo Dios está presente en el alma. “La oración” responde a la pregunta: ¿Qué es la oración? “El Buen Jesús” nos recuerda que, a quien debemos aferrarnos es a Él, a Cristo. Otros capítulos conciernen de forma más particular a tal o cual etapa en el camino hacia la santidad, pero sus enseñanzas son válidas para todo el itinerario. “La oración de recogimiento” es muy asequible en una primera toma de contacto. Los capítulos: “El don de sí mismo”, “La humildad”, “El silencio”, describen actitudes constantemente necesarias. “La conducta del alma” explica los dos grandes ejes del “caminito” de Santa Teresita del Niño Jesús.

 

Esta obra tan estructurada, ¿no corre el riesgo de encasillar la vida espiritual y parecer un libro de recetas?

No se trata de abrir el libro “Quiero ver a Dios” para buscar en qué momento está cada uno e intentar medir su propia santidad. La vida espiritual es el encuentro de dos libertades: la de Dios y la nuestra. “Todo crecimiento es un misterio”, escribe el Padre María Eugenio.
El discernimiento se tiene que hacer con humildad y prudencia. Aunque la acción de Dios se rodee de oscuridad, esa acción “no parece que tenga que estar siempre en desacuerdo con nuestra razón”. Y, es ahí, donde una psicóloga como Santa Teresa de Jesús descubrió algunas indicaciones y el Padre María Eugenio pudo reunirlas en un tratado.

 

¿Se puede rezar con “Quiero ver a Dios?

Sí y no… En “Quiero ver a Dios” no vamos a encontrar meditaciones. No es un libro de oraciones. Sin embargo, muchos pasajes ponen al lector en actitud de recogimiento. Algunos pasajes del capítulo sobre “La oración de recogimiento” o “Las lecturas espirituales”, ayudan a fijar la mirada en Cristo. Tal o cual página de las conclusiones prácticas de los capítulos: “La Fe y la contemplación sobrenatural” y “Noche activa de los sentidos” o de “Sequedad contemplativa”, podría ayudar a algunos a perseverar en este desierto que, a menudo, es la oración silenciosa. Un pasaje de “El don de sí mismo” o del “Misterio de la Iglesia” podría despertar el fervor y estimular la búsqueda de la unión con Dios. Las numerosas citas de la Biblia o escritos de Santos, pueden también alimentar ese contacto con Dios.

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