Algunos rostros familiares

Más que presentar la historia de forma cronológica, os proponemos que descubráis cuatro
rostros muy queridos por los miembros de Nuestra Señora de la Vida.
Cada uno de ellos aporta un rayo de luz sobre la fundación y el espíritu del Instituto:

Marie Pila, co-fundadora, nos da con su vida una dirección clara desde el nacimiento del Instituto, con sus tres ramas autónomas.

Berta Grialou, la hermana pequeña del padre María Eugenio, fue el primer miembro de Nuestra Señora de la Vida que «entró en la Vida» dejando tal testimonio, que el padre diría: «Yo he descrito las exigencias de Nuestra Señora de la Vida pero Berta las ha realizado».

San José y santa Emerenciana: ejemplos de santidad que traducen el espíritu de Nuestra Señora de la Vida.

Marie Pila

 

Marie Pila applaudit

Marie Pila

 

“En la historia de la Iglesia, las grandes obras de Dios han sido siempre hechas por hombres y mujeres reunidos”, constataba un día el padre María Eugenio. La fundación de Nuestra Señora de la Vida ilustra esta máxima y nos presenta a Marie Pila junto al padre María Eugenio, profundamente asociada al crecimiento y a la fecundidad de Nuestra Señora de la Vida. Fue la Responsable General del Instituto desde 1937 hasta su muerte el 12 de octubre de 1974.

  • Nacida el 27 de octubre de1896 en Orange (Francia), empezó sus estudios en el internado Saint-Charles en Marsella, luego en el Colegio Sainte-Marie en Neuilly, alojándose en casa de Madame Daniélou. En seguida se orientará hacia la filosofía.
  • En 1919, con dos amigas que serán luego sus compañeras en la fundación del Instituto, abre un colegio de secundaria, el “Cours Notre-Dame de France” en Marsella. Las tres amigas se entregan completamente y sin medida a esta obra educativa y dan muestras de audacia y determinación. El «Cours» será, en Marsella, el primer Centro Privado en preparar alumnas para el Bachillerato. La educación impartida, les forma a ser libres, responsables y al don de sí mismas, invitando a cada una, a razonar y a reflexionar personalmente. Se propone que cada niña  descubra la unidad de su ser más allá de las modas o de pertenencias sociales. Les abre el espíritu a lo esencial en una atmósfera de sencillez y de alegría.
  • Cuando tenía quince años, la lectura de “Las Fundaciones” de Teresa de Jesús, llama la atención de la adolescente. Durante la guerra de 1914, mientras estudiaba en París, se habla mucho de Teresita del Niño Jesús y lee “La Rosa deshojada”. Tendrá un amor muy especial hacia esta santa. Dios ha llegado a su corazón. Lo que ella llamaba “el vacío de su alma” se llenará en los años de 1919 a 1926 con la lectura de San Juan de la Cruz: “Hay que darlo todo”. A partir de entonces, será su sentimiento predominante. Cuando se encuentra con el padre María Eugenio, en Pentecostés de 1929, ya está preparada. Primero, será a través de ella y de sus compañeras, que durante los diez primeros años, se irá realizando el ideal que vislumbraba: la unión de una intensa vida de oración en medio de una vida profesional, testimonio vivo del amor de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

 

LA FE EN LOS INICIOS

De fuerte personalidad y muy equilibrada, Marie Pila se entregará completamente a esta obra y le transmitirá las grandes riquezas de su corazón y de su espíritu.

“Yo, no he dudado jamás… jamás. Ni siquiera, ante las mayores dificultades, nunca he dudado de la gracia de Nuestra Señora de la Vida. Pero no es mérito mío, es Dios quien me ha dado esta gracia”.

De gran talla intelectual, ella misma dirá que la frecuente relación con los filósofos le permitió profundizar en el pensamiento y en la doctrina expuestos por el Padre María Eugenio.

Desde el principio, su fe en el pensamiento de Dios encarnado en la gracia del fundador, se mantuvo firme. Humilde y vigilante, con una entrega total, se convirtió en la madre que escucha, que explica, que ama y lleva a todos en su confianza y oración.

A la muerte del fundador, dirá: “Yo, no he dudado jamás… jamás. Ni siquiera, ante las mayores dificultades, nunca he dudado de la gracia de Nuestra Señora de la Vida. Pero no es mérito mío, es Dios quien me ha dado esta gracia”.

Con frecuencia, el padre María Eugenio ensalzó esa fe del principio que le fue tan valiosa, invitando a sus hijas e hijos a seguir ese camino único. Al final de su vida, alababa de forma particular, en Marie Pila, “la profundidad en sus puntos de vista, de su experiencia” y, sobre todo, “la excelencia de su colaboración con la obra del Espíritu Santo en el Instituto”.

 

EL INSTITUTO NUESTRA SEÑORA DE LA VIDA

A partir de 1949, Marie Pila fue liberada de sus funciones habituales como profesora para ocuparse totalmente de la formación de los miembros de Nuestra Señora de la Vida. Como perfecta educadora, retomaba sin cesar las enseñanzas del padre María Eugenio y hacía que todos descubrieran su gran valor. En 1953, presentaría al Instituto, de manera oficial, en el Congreso Internacional de los Carmelitas Descalzos en Lovaina. El tema era “El apostolado”.

Desde 1959, para facilitar la tarea del padre María Eugenio y favorecer la relación fraterna entre las diferentes familias carmelitanas, acogerá en Venasque (Francia) a las Federaciones de Carmelitas Descalzas que guardarán de ella el recuerdo “de una gran figura para el Carmelo”.

En julio de 1963, con el padre María Eugenio, acoge en Venasque un primer encuentro internacional de Institutos Seculares, impartiendo una conferencia sobre la formación de los miembros. Posteriormente, participará en Roma en todos los trabajos relacionados con los Institutos Seculares. Su personalidad fue muy estimada.

El 3 de octubre de 1968, se dirige al Papa Pablo VI con una magnífica carta implorando el Doctorado de Santa Teresa de Ávila.

Estará siempre presente en las nuevas fundaciones, visitando todos los lugares en los que se implante el Instituto Nuestra Señora de la Vida.

 

LA OBRA TERMINADA

 Justo después de la muerte del padre María Eugenio, hace construir el Centro Espiritual que él había proyectado para difundir la espiritualidad del Carmelo, para enseñar la ciencia del amor y de la oración. Hizo también construir una casa de acogida para los padres mayores de los miembros del Instituto, cuidando ella misma de todos los detalles.

Solicitará, también,  a la Santa Sede la aprobación del Instituto Nuestra Señora de la Vida como un único Instituto Secular con tres ramas autónomas (Decreto de 21 de noviembre de 1973) haciendo así realidad el pensamiento inicial del fundador.

En mayo de 1973, organiza en Nuestra Señora de la Vida, unas Jornadas Teresianas en honor del centenario de Santa Teresita del Niño Jesús, bajo la presidencia de Su Eminencia el Cardenal Garrone, Prefecto de la Congregación para la Enseñanza Católica.

Acompañará y alentará, el crecimiento de la rama masculina y de la rama sacerdotal, aún muy jóvenes en ese momento. Solicitará, también,  a la Santa Sede la aprobación del Instituto Nuestra Señora de la Vida como un único Instituto Secular con tres ramas autónomas (Decreto de 21 de noviembre de 1973) haciendo así realidad el pensamiento inicial del fundador.

La obra, ya ha alcanzado su plenitud. Con su misión terminada, Marie Pila ya puede unirse al fundador en la hoguera del amor de la Santísima Trinidad. Pero antes, al igual que Cristo, hay que entrar en las profundidades de la cruz. El padre María Eugenio pedía a menudo, esta última semejanza con el Salvador, para sí mismo y para cada uno de sus hijos. Cumpliendo con sus obligaciones hasta el final, Marie Pila entra en esas horas de gran sufrimiento, con la humilde confianza del que se entrega a la voluntad del Espíritu de Amor y así cumplir todo el misterio.

Muere el 12 de octubre de 1974. Es enterrada el 15 de octubre, fiesta de Santa Teresa de Ávila, en la capilla de Nuestra Señora de la Vida junto al padre María Eugenio.

Su último mensaje :

«Sois todos muy queridos, con un amor muy fuerte, muy poderoso, muy grande, muy amplio, sí…y, sin que lo pongáis en duda, este amor os acompaña. Espero que esta certeza os haga caminar. Cuando desfallezcáis, ella os levantará, cuando os sintáis débiles, ella os afianzará: os volverá a dar un poco de ardor, un poco de fuerza para ir más lejos. El amor, es gratuito…”

Berta Grialou
Berthe Grialou, soeur du Père Marie-Eugène

Berthe Grialou

Berthe Grialou nace en Gua (Aveyron) el 29 de diciembre de 1902. Es la última de los cinco hijos de la familia, hermana y ahijada del padre María Eugenio y unida a él por profundos lazos sobrenaturales. Una comunión de gracia une su vocación a la de su hermano y las cartas que le dirige dan testimonio de ello. Sabrá utilizar sus consejos y compartirlos con otros.

Berta comienza su vida profesional, primero como maestra en su pueblo natal y luego, como empleada de una Compañía de Seguros en París. Es entonces, cuando guiada por el padre María Eugenio, descubre a los Santos del Carmelo y entra en el Carmelo Seglar, el mismo día que él hace su profesión perpetua en la Orden, el 11 de marzo de 1926.

No sin antes resistirse, se siente atraída por la gracia mariana de Nuestra Señora de la Vida que la lleva a entregarse completamente en la reciente fundación. Entra en Nuestra Señora de la Vida el 29 de septiembre de 1939, en el momento en que acaba de estallar la guerra. Experimentará la fuerza materna de la Virgen en ella, cuando María la salva de un grave accidente, el 18 de agosto de 1942. Ecónoma en varios centros, cumple humildemente su trabajo, con una bondad luminosa que se manifiesta también en su parroquia y en su barrio. Vive del dicho de San Juan de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor…”, al mismo tiempo que sufre de una gran pobreza interior.

La tarde del 2 de enero de 1958, Berta muere, sola en su apartamento de Avignon, despojada, pobre, poniendo en práctica hasta el final la gracia de Santa Emerenciana que el padre María Eugenio había dado como modelo a los miembros de Nuestra Señora de la Vida:

“Berta ha realizado el ideal de Nuestra Señora de la Vida de manera viva. Miradla: junto a la enseñanza dada, encontraréis pobreza, discreción, sencillez. Está al lado de santa Emerenciana”

San José

«Servirán a la Iglesia humildemente, como San José sirvió a Jesús y a María» (Constituciones de Nuestra Señora de la Vida)

Saint Joseph

San José

¿Nos hace falta presentar la figura de san José? Y, sin embargo…he aquí uno de los más grandes, si no el santo más grande junto (y detrás) a la Virgen María. José es un modelo de oración, un modelo de adhesión y de sumisión total a la voluntad de Dios revelada en sueños.

 

Siguiendo la espiritualidad del Carmelo, los miembros de Nuestra Señora de la Vida tienen una particular devoción a san José tal y como recomendaba Santa Teresa de Jesús:

 

«En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas….Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino” (Vida 6,8)

Santa Emerenciana: una niña... que se impone desde el cielo

«Dios glorifica a sus santos, nos los envía, les pone ante nuestra mirada, no sólo para concedernos gracias, sino para que sean nuestros modelos» Padre María Eugenio (23 de enero de 1960).

Médaillon de Ste Emérentienne à Notre-Dame de Vie

 Santa Emerenciana llevando la cabeza decapitada de Santa Inés

Durante varios años, el padre María Eugenio se dio cuenta de que cada 23 de enero, recibía un regalo inesperado: consistía en un favor, en la respuesta a una preocupación del momento, un acontecimiento providencial… Notaba una presencia del cielo. Sentía que no era la presencia de un gran personaje sino más bien la presencia de una niña que, después de dejar su regalo, desaparecía discretamente riéndose y como de puntillas…

 

Su perfume de alegría interior permanecía en el alma del padre. Fue entonces cuando descubrió que, en esa fecha, la Iglesia celebraba a una pequeña mártir de los primeros siglos en Roma, santa Emerenciana, esclava y amiga de santa Inés. Emerenciana había servido a Inés humildemente. La había visto vivir, rezar, morir. Ella, Emerenciana, no era nada, había recibido todo de Inés, sobre todo su fe y su amor por Jesús. En su heroica fidelidad, Emerenciana siguió a Inés hasta que ésta fue decapitada. Emerenciana fue lapidada mientras visitaba la tumba de Inés en una catacumba de la Vía Nomentana, en la campiña romana.

 

Para el padre María Eugenio, su mensaje era luminoso, no sólo para él y para todos los miembros de Nuestra Señora de la Vida, sino para todos aquellos que tras santa Emerenciana, andan por un camino ordinario, en medio del mundo y en cualquier situación profesional y social: aceptando que la fuerza de Dios se despliegue en la debilidad, esperando todo solamente de Él, abandonándose incondicionalmente a su voluntad, en la situación y en el lugar que Él tenga reservado para cada uno de nosotros, hasta el sacrificio completo …

 

“Pequeña niña, no da grandes discursos, sino que transmite su mensaje con sus actos”. Padre María Eugenio

INSTITUTO SECULAR NUESTRA SEÑORA DE LA VIDA

En la gran familia del Carmelo, el Instituto “Nuestra Señora de la Vida” es un Instituto Secular.

El 21 de noviembre de 1973, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y para las Sociedades de Vida Apostólica, reconoce a NUESTRA SEÑORA de la VIDA como un único Instituto constituido por sacerdotes y por hombres y mujeres consagrados.

Señor, quédate con nosotros

SEÑOR, QUÉDATE CON NOSOTROS El encuentro con Jesús es un proceso largo, como el de los discípulos de Emaús. El...

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