En el corazón del Adviento, María se hace presente de una forma especial: Es la mujer nueva, llena de gracia, escogida por Dios y con un sí total en su corazón. La discípula que acoge la Palabra, la rumia en su interior y nos enseña cómo esperar al Señor. La madre que nos cobija y adentra en los misterios de Dios. En María nace la Iglesia sinodal, hermosa, sin mancha ni arruga.
María refleja la belleza divina.
Vivió en su corazón el misterio del Dios con nosotros.
Su oración, como la de Jesús, es: Aquí estoy, ¡Hágase!
María, mujer oyente de la Palabra abre un camino de esperanza para la Humanidad.
Al asomarnos a tu vida María descubrimos que toda ella fue una oración,
una respuesta total al amor de Dios Gracias, Madre, cobíjanos en tu regazo.
Contigo acogemos el Misterio de Dios Proclamamos su misericordia.
Y sembramos semillas de paz en el mundo.