El descubrimiento de Dios Misericordia

El Dios que Teresa descubre ya no es el Dios «Justicia», por decirlo así, sino el Dios «Misericordia»; todo lo ve a través de la misericordia. Durante sus largas oraciones ha descubierto experimentalmente esta misericordia…Ha descubierto ese amor que está en Dios, su necesidad de darse, de darse gratuitamente.

El gran gozo de Dios es, en efecto, darse gratuitamente, y este gozo podríamos decir que no es en él ocasional, sino que deriva de su naturaleza. Dios ha encontrado, evidentemente, su mayor gozo en la elección de la humanidad de Cristo, en quien puso la unción de la divinidad; después lo ha encontrado en la Virgen Santísima, a quien dio la plenitud de la gracia preservándola del pecado. Fueron colmados gratuitamente, sin haber hecho nada por merecerlo, puesto que no existían y todo se les dio en el primer momento de su existencia.

Éste es el gran gozo de Dios. Este conocimiento de Dios constituye la base de la espiritualidad de santa Teresita; todo emana de ahí. Ella misma dice en qué consiste su misión: hacer que se conozca a Dios como ella lo conoce, hacer que se le ame como ella le ama.

Esto no tiene nada de extraordinario en sí mismo; se trata simplemente de las operaciones de nuestra gracia bautismal. Ciertamente, Teresa es una gran mística y una gran contemplativa, pero lo es con la gracia bautismal. No situemos la alta contemplación en regiones casi míticas, que nadie puede alcanzar; pongámosla en su sitio, es decir, en el desarrollo de nuestra gracia bautismal. El gran error ha consistido, precisamente, en poner de relieve las gracias místicas extraordinarias y en decir: «Esto es para los santos, para un Don Bosco, para una santa Teresa. Yo no pertenezco a esa categoría; por consiguiente, estoy al margen y no arriesgo nada…»

 

Estar ante Dios como un niño

¿Qué doctrina espiritual entraña en santa Teresa este conocimiento de la misericordia? Porque tiene una doctrina; no la ha enunciado directamente en un catecismo o en un libro, pero es fácil deducirla de sus escritos. Ya que Dios es Padre misericordioso, ya que —no dudemos en emplear esta palabra— tiene necesidad de amarnos, tiene el gozo de amarnos, la primera conclusión de Teresa es que hay que estar ante Dios sin dejarle un instante. Dice:

«Conozco a Dios, es un padre, es una madre que para ser feliz necesita tener a su hijo en sus rodillas, en su seno». Un padre experimenta la misma exigencia de amor. Teresa conocía el amor de su padre que, naturalmente, necesitaba ver a su hijita. Hay que estar, pues, cerca de Dios con una intención teologal —que es lo que da la perfección—. «No estoy aquí por mí, sino por él. Voy a ver a Dios porque eso le gusta, porque se alegra de verme»

¡Y es verdad! No son mitos; esta actitud se apoya en la naturaleza de Dios, es completamente teologal. Una vez más: no voy para recibir algo, sino para agradarle.

 

El único motivo de Teresa es agradar a Dios…

Así su doctrina es de base contemplativa; sea para los religiosos, sea para los sacerdotes, sea para los laicos, su doctrina exige esa base contemplativa, es decir, esa búsqueda de Dios, ese contacto y esa vida con él. Esa actitud tiene como finalidad satisfacerle, darle gusto, porque él se alegra viendo a sus hijos y nos ama como un Padre muy bueno quiere a sus hijos.

“Tu amor creció conmigo”, p. 60
Bto. María Eugenio