“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Romanos 5,5).

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tejen la comunión en la Iglesia y en el mundo.

El Espíritu divino enciende el fuego del amor en nuestros corazones

“El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí” (Gálatas 5,22)

Los dones del Espíritu Santo son un regalo gratuito,
nos capacitan para vivir como discípulos de Jesús,
en plena comunión con la voluntad del Padre.

Sabiduría: Nos permite ver todas las cosas con los ojos de Dios

Entendimiento: Nos da una luz interior para penetrar los misterios de la fe

Consejo: Nos ayuda a discernir en las situaciones difíciles cuál es la voluntad de Dios.

Fortaleza: Nos da el valor para enfrentar las dificultades, vencer el miedo y perseverar en el bien.

Ciencia: Nos capacita para juzgar correctamente las cosas creadas, descubriendo en ellas la huella del Creador.

Piedad: Infunde en nosotros un amor filial hacia Dios y nos mueve a amar y servir a los demás con corazón de hermanos.

Temor de Dios: Es un respeto profundo, un amor reverente al Padre que tanto nos ama.

María, Madre llena del Espíritu,
enséñanos a acoger sus dones,
a vivirlos con disponibilidad y entrega.
Ven, Espíritu Santo,
haz de nosotros morada viva del Padre y del Hijo
Conviértenos en testigos de tu amor en el mundo.
Amén.