Maïté, ¿Qué descubriste en las enseñanzas del Padre María Eugenio?

A través de varias imágenes que utilizaba el Padre María Eugenio, descubrí al Dios Vivo y presente en mí, le puedo encontrar por la fe especialmente en el silencio de la oración, (imagen del gancho que atrapa el anillo). A través de este contacto que crea una relación, Dios se da a sí mismo (imagen del embudo) y me transforma por su amor aunque no siente nada.

Para que Dios me transforme es necesario permanecer cierto tiempo en su presencia (imagen de la regadera que necesita permanecer bajo el grifo para llenarse de este amor recibido de Dios). Puedo yo también difundirlo (imagen del radiador) o reflejarlo (imagen del espejo), no puedo guardarlo para mí. El Padre María-Eugenio me familiarizó con la Biblia y especialmente con los Evangelios.

Los personajes bíblicos se convierten en amigos, modelos a seguir. Jesús se presenta con toda su humanidad y su divinidad, tan cercano como trascendente. María madre de Jesús y por lo tanto madre de Dios y madre nuestra es atenta a cada uno. Con el padre María Eugenio comprendí la importancia del don de si como la única respuesta adecuada a la llamada personal de Dios, por lo que se traduce en la búsqueda de la voluntad de Dios.

La vida con Cristo es un camino de crecimiento, hay altibajos, necesitamos mucha paciencia. En este camino la experiencia de nuestras debilidades, de nuestra pobreza, de nuestras limitaciones, de nuestro pecado nos lleva a hacer, si tenemos el corazón abierto, la experiencia de la misericordia. Jesús es nuestro salvador, tanto el sufrimiento como la alegría son parte del camino. Uno no debe preocuparse por las antinomias.

Este camino, el Padre María Eugenio lo explica a la luz de los santos del Carmelo que lo han recorrido antes que nosotros. Insiste en el descubrimiento del “caminito” espiritual de Santa Teresita del Niño Jesús. Ser niño ante Dios para recibir todo de Él. La importancia de la humildad.  Este camino es el de nuestra vida ordinaria.

El padre María Eugenio nos muestra desde el principio el objetivo de nuestra vida espiritual: venimos de Dios y volvemos a Dios. Estamos llamados a la comunión divina con la Trinidad donde seremos hijos con el Hijo, en el movimiento del amor del Espíritu Santo, bajo la mirada del Padre. El padre María Eugenio nos desvela el misterio de la Iglesia, fin de todas las cosas, y nos hace amarlo.

Tenemos un lugar que ocupar en la iglesia, una misión que cumplir, el  apostolado de la oración, del testimonio de nuestra presencia, y de nuestro sufrimiento, con nuestra acción en el día a día, pero es Dios quien actuará cada vez más a través de nosotros. Porque si estamos bien convencidos de ser siervos inútiles, entonces Dios pasará y nos conducirá, espero, a la plenitud de la caridad.

Gracias al padre María Eugenio y a sus hijos por haberme transmitido este tesoro de valor incalculable.

Dios está vivo ¡Aleluya!
Dios nos ama ¡Aleluya! ¡Demos gracias a Dios!

Maïte Bergasse