Señor, sé que estoy en tus manos,
que me conoces como nadie
y me cuidas como ninguno.
Conoces mis salidas y mis entradas,
mis aciertos y desaciertos,
mi buena voluntad
y mi mala realidad a veces.
Soy consciente de lo que me das cada día,
aunque no soy agradecido,
que das la vida por mí
y que a veces no te devuelvo
ni unos instantes de ella.
Sigue teniendo paciencia conmigo,
y, cuando me aleje de ti,
en corriendo a buscarme.
Porque fuera de ti y de tu redil,
no estoy seguro.

José Alberto Manso, ocd

CIPE