María Inmaculada,
tu que abriste tu corazón a Dios
y dejaste que su amor modelara tu vida
enséñanos a confiar
y abandonarnos a sus planes

María, tu que escuchaste la Palabra de Dios,
la guardaste en el corazón
y de tus labios brotaba un si total
enséñanos a permanecer silenciosos en su presencia
y a responder con generosidad al servicio del reino

María, tu que velaste con delicadeza y ternura
al Dios niño que crecía bajo tu mirada y cuidado
enséñanos a acoger con ternura y compasión
a los pobres y necesitados. Amén.