Señor, has confiado en cada uno de nosotros.
Has depositado en estas vasijas de barro que somos grandes misterios, maravillosas misiones.
Llenos del Espíritu para perdonar,
para curar, para bendecir, para ser amor misericordioso.
Llenos del Espíritu Santo para continuar tu obra,
para ir por el mundo “siendo testigos de tu amor”.
Para que nadie viva sin “la alegría del evangelio”.
Para que nadie se sienta huérfano,
y para que todos se sientan acompañados de un Dios
que es Padre, misericordia y perdón.

José Alberto Manso, ocd