Los ojos del Señor te están mirando. “Mira que te mira”.
Los oídos del Señor escuchan tus gritos. Háblale con el corazón.
El orante nos dice: “Contempladlo y quedaréis radiantes”

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias

el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.

A ti, Señor, la gloria y el poder
por los siglos de los siglos. Amén.