MOMENTO ORANTE

“TU ERES MI BIEN” (Salmo 15)

Un grito de alegría

Este salmo nos permite descubrir el lenguaje de los enamorados de Dios. “Que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado”.
Es un relato de amor que permite vislumbrar la intervención de Dios en nuestra vida.
El orante nos cuenta su nueva identidad con gozo, expresa ante Dios una realidad que hoy día vivimos los creyentes.

Él vive en una tierra que le es extraña. Está rodeado de gentes con unos valores muy distintos a los suyos. Incluso los más cercanos a su vida se han alejado de la fe en Dios y se han ido en masa tras los gustos y modas del momento, aceptando una mezcla del culto a Dios con el culto a los ídolos.
¿Qué puede hacer? ¿Cómo armarse de valor para enfrentarse a una corriente de opinión tan gigantesca y tan contraria?

Sorprendentemente no cae en el pesimismo ni en la depresión, pensando que todo lo bueno se ha acabado y que Dios ha sido borrado de la faz de la tierra.
Por el contrario, de sus labios brota uno de los más bellos cantos de confianza y de paz que se han cantado jamás. No duda en reivindicar su derecho a la alegría, aunque pase por un loco:
“Nosotros por causa de Cristo, pasamos por locos” (1Cor 4,10).

Ha encontrado un tesoro; se arriesga a vivir desde ahí, sin seguir caminos más fáciles, más a favor de la corriente.

Su grito, impresionante, es: “Tú eres mi bien”. Vive y canta la alegría que le ha sido regalada, descubre la belleza de lo que Dios le ha regalado. Dios es todo su bien..

Salmo 15 (Vídeo 3:11)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”

Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen
Multiplican las estatuas de dioses extraños
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.