El joven sacerdote Enrique Grialou entró en el Carmelo el 24 de febrero de 1922; un año más tarde, siendo el padre María Eugenio del Niño Jesús, fue admitido a hacer su profesión religiosa en la Orden el 11 de marzo de 1923: entrega total de sí mismo a Dios y a la Iglesia con la impronta de su gracia carmelitana. En realidad, ya había hecho este don el día de su ordenación sacerdotal, cuando dijo a Dios, en presencia de sus compañeros, el 4 de febrero de 1922: “Me ofrezco a ti para todo lo que quieras, en la paz, en la alegría, así como en a la oscuridad y el sufrimiento.” Con motivo de este aniversario, el beato María-Eugenio nos invita a renovar el don de nosotros mismos como un acto de amor perfecto, el acto que Dios espera de cada uno de nosotros, como nuestra respuesta de amor que atraerá al Espíritu Santo.
Para celebrarlo estrenamos un nuevo audio: