Comienza el tiempo de Adviento, tiempo de luz y de gracia.
Tiempo de alegría, de promesas y esperanza.
Tiempo para abrir la vida a la Palabra y dejarnos conducir por ella.
Tiempo para ejercitar la bondad y compasión con quien necesita aliento para el camino.
Despertemos del sueño de tantas cosas inútiles que nos entretienen, nos oscurecen la mente y secan el corazón.
Dediquemos tiempo a la oración para estar con Dios que nos ama y quiere decirnos su amor.
El adviento es camino hacia un encuentro vital con el Señor.
En este viaje nos acompaña la Virgen María, una sencilla muchacha del pueblo, que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios.
Con ella decimos: ¡Ven, Señor, Jesús!