¿Encontrar a Dios en la acción o abandonar el mundo para encontrar mejor a Dios?
Estas tensiones se entrecruzan en nuestra existencia. La experiencia del Padre María Eugenio nos ofrece una luz sencilla y práctica para unificar nuestras vidas y unirnos al Dios vivo que nos llama y nos envía.
“Sed fieles en lo esencial: acción y contemplación bien unidas”- P. María Eugenio del Niño Jesús
* Antes, se hablaba de la acción como derivada de la contemplación: demasiada plenitud y, cuando se llenaba demasiado, entonces fluía y se llegaba a la acción. La contemplación no es un depósito, una bella plenitud que se admira, sobre la cual Dios se inclina, así como los ángeles y los hombres… ¡La contemplación es un torrente!
* Tenemos que luchar contra la teoría que parece dividir acción y contemplación, haciéndolas tan distintas que parecen casi incompatibles. ¡Pues no! Surgen la una de la otra: la acción surge de la contemplación. La eficacia y el valor de la acción surgen del poder de la contemplación.
* El amor es movimiento, el amor es vida. Un amor estancado, por muy limpio que parezca, disminuye: tiene que actuar.
* Dios es contemplativo, pero también puro acto. Es una imitación perfecta de Dios lo que intentamos realizar uniendo acción y contemplación. No son sólo dos conceptos humanos que intentamos poner en práctica: es la vida de Dios, es la vida contemplativa de Dios y, es la que llamaríamos vida activa de Dios, la que queremos realizar.
* ¡Hijos…nuestra perfección está en Dios!
* Es la misma vida, es la misma marcha, es el mismo amor los que hacen la acción y la contemplación.
* Nuestro Señor oró: rezaba durante el día y por la noche. Todas las razones que podamos tener nosotros para no rezar en medio de nuestra vida, porque tenemos mucho trabajo, por las diferentes actividades…no son válidas si miramos su ejemplo.
* El amor hizo encarnarse al Verbo en medio de nosotros. Jesús va hacia su pueblo, hacia la pobreza y hacia la miseria del pecador. Eso fue su vida de amor.
* Nuestra gracia nos identifica con Cristo y tenemos que seguir todos los movimientos del Espíritu Santo en Él.
* La vida que propaga el Espíritu Santo es amor. Este amor siempre está en movimiento. Aquellos a los que invade son movidos por su impulso. Así es la Iglesia.
* Los Santos, cuanto más tocados están por el amor, más cerca están de nosotros.
* En la vida del profeta Elías, equilibrio y síntesis son realizados por Dios que le embarga y le mueve. Él no tiene más que entregarse. Luego, será Dios quien disponga si lo retiene en la soledad o le envía de un lado a otro.
* Un apóstol que sólo quiera ser activo, no llegará a ser santo. Un contemplativo que no quiera traducir su amor de una manera práctica, cultivará su egoísmo espiritual. Hay que hacer la síntesis. No se puede ser santo si se elige sólo una de las dos.
* El contacto con Dios, ni aísla del mundo ni aísla de nuestras tareas.
* Se trata de unir contemplación y acción, no sólo saber mantener el recogimiento…no es eso…sino introducir la oración en nuestra vida.
* Debemos tender a esa mirada que encuentra a Dios por todas partes, a esa mirada atenta, despierta que no quiere más que a Dios. Y eso, sin perder nuestra alegría, nuestra espontaneidad, sino todo lo contrario.
* El problema de la unión de la contemplación y de la acción es complejo. Es también un problema individual porque la acción, cada uno la gestiona a su manera, con su temperamento y siguiendo la vocación que tenga. No se puede abordar de manera eficaz más que en la práctica.
“¿Os falta tiempo para rezar más? Os voy a dar un consejo que a mí me funciona: dad más tiempo a la oración.” (El P. María Eugenio a un periodista)
* ¿Cómo atraer el soplo del Espíritu Santo y, luego, cómo entregarse y cooperar para que nos invada?
* Jesús mismo se encargó de formar a sus apóstoles. Durante tres años, Jesús se quedó con aquellos a los que eligió.
* Nuestra vida es eso: mirar a Dios con la fe viva y poner nuestros actos a disposición del Espíritu Santo.
* Cualquier sacerdote, antes o después de ser ordenado, necesita tener un período de soledad para poner en práctica la presencia viva y poderosa del Espíritu Santo en la Iglesia y en su alma y, también, para aprender a mirar a Dios.
En la gran familia del Carmelo, el Instituto “Nuestra Señora de la Vida” es un Instituto Secular.
El 21 de noviembre de 1973, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y para las Sociedades de Vida Apostólica, reconoce a NUESTRA SEÑORA de la VIDA como un único Instituto constituido por sacerdotes y por hombres y mujeres consagrados.
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