No es hora de dormir, tú vienes, nos esperas. Tienes tiempo y promesas para nosotros.

Jesús, tu nos invitas a velar con alegría y esperanza. No nos llamas a la angustia ni al miedo, nos invitas a esperar.

Tu amor es más fuerte que nuestros agobios y preocupaciones. Tu nos esperas, nos alientas. Tu vienes y reavivas el deseo de ir a tu encuentro.

El Espíritu nos despierta a vivir atentos a la presencia de Dios entre nosotros. El Espíritu nos abre el oído a la promesa de Dios: “No temáis, yo estoy con vosotros todos los días”.

El Espíritu nos enseña a dar sentido a este tiempo de turbulencias e incertidumbres.

Con María te esperamos Señor, abrimos nuestro corazón: “Marana tha, ven Señor Jesús”.